domingo, 18 de diciembre de 2016

Umbral Kümel-Hartman

El ENFERMERO empuja al PACIENTE en una camilla.
PACIENTE: Los hospitales son tan grandes, tan inabarcables.
El ENFERMERO no responde.
PACIENTE: Son como ciudades. Uno nunca termina de recorrerlos, ¿no?
El ENFERMERO no responde.
PACIENTE: ¿Para dónde me lleva?
El ENFERMERO no responde.
PACIENTE: Enfermero, le hice una pregunta ¿para dónde me lleva?
ENFERMERO: Para la Morgue.
PACIENTE: “Para la Morgue” ¡Jajaja!  ¡Está muy bien! ¡Jajaja! ¡Qué humor que manejan!
El ENFERMERO sigue empujando.
PACIENTE: Si no vi mal, para volver a la habitación hay que subir un piso y tomar el pasillo de la derecha, ¿no?
ENFERMERO: Sí.
PACIENTE: ¿Y entonces?
ENFERMERO: ¿Y entonces qué, señor?
PACIENTE: ¡Hombre, que me está llevando para otro lugar!
ENFERMERO: Sí, claro.
PACIENTE: ¡¿Sí claro?! ¡¿Cómo sí claro?! ¡Hágame el favor, no sea irrespetuoso!
El ENFERMERO sigue empujando.
PACIENTE: Ya mismo llamo a mi prepaga. Pido el traslado urgente. Esto es vergonzoso.
El ENFERMERO no responde.
PACIENTE: Usted evidentemente se empeña en ignorar lo que digo.
El ENFERMERO se detiene.
ENFERMERO: Señor, ¿qué quiere que le responda?
PACIENTE (incorporándose en la camilla): ¡Le pregunté adónde me está llevando, eso quiero que me responda!
ENFERMERO: Y yo ya se lo dije.
PACIENTE: No, señor, usted hizo un chiste impropio, dijo “a la Morgue”. Yo se lo festejé, pero ahora le pido seriedad, por favor. ¡Además qué es eso de andar haciendo chistes, yo a usted no lo conozco, quién le dio confianza!
ENFERMERO: Nadie. Usted me hizo una pregunta y yo se la respondí: lo llevo a la Morgue. La Morgue es el lugar donde en estas camillas llevamos a las personas que acaban de fallecer, y usted acaba de fallecer.
PACIENTE: Que yo acabo de… (histérico) ¡Ja ja ja!
ENFERMERO: Si le parece gracioso…
PACIENTE: ¡Claro que no me parece gracioso! ¿Cómo me va a parecer gracioso? ¡Me parece absurdo, me parece ridículo! ¿De dónde saca esa estupidez?
ENFERMERO: Amigo, 
está hiperventilando. Hagamos algo: levante los brazos e intente relajarse.
El ENFERMERO ayuda al paciente a incorporarse en la camilla y le levanta los brazos.
ENFERMERO: Usted está atravesando lo que se conoce como el “Umbral Kümel-Hartman, la estapa posterior al óbito...
PACIENTE: ¡¿El óbito?!
ENFERMERO: Su organismo ha colapsado, su sistema nervioso central ahora está en estado de shock y…
PACIENTE: ¡Pero BASTA, no quiero escucharlo!
El Enfermero recibe un llamado al celular.
ENFERMERO: Hola… (al PACIENTE) Aguánteme un segundito y ya estoy con usted (al celular) ¿Qué dice, Morales? ¿Y, en qué quedó, se hace o no se hace?... ¿Dónde?... Okey. Pero el pedido nuestro está incorporado, ¿no?, mire que es la condición... Okey… ¡No, Morales, de ninguna manera. Cinco no, son cuatro horas y rotativas!… ¡No, señor! Esto llegó a un límite, ellos ya lo saben, se lo advertimos. Cuatro horas y si quiere rotamos con Diagnóstico por Imágenes, con Depósito, dibújelo como prefiera, pero que salga... Si no se aprueba le paramos el Piso. Adelánteselos… Okey, en media hora, yo aviso y voy para allá, chau, chau, Morales (mira la hora, al PACIENTE) Dele, recuéstese que tenemos que seguir.
El ENFERMERO comienza a empujar la camilla.
PACIENTE: Pare.
ENFERMERO: No puedo.
PACIENTE: ¡Le digo que pare!
ENFERMERO (deteniéndose): Por favor, señor, tengo trabajo, no puedo hacer nada, usted está muerto.
PACIENTE: Es absurdo
ENFERMERO: Si lo quiere ver así, es absurdo.
PACIENTE: Digo que no puede estar sucediendo, míreme, si estoy muerto explíqueme entonces por qué estoy así.
ENFERMERO: ¿Es sordo? Ya se lo dije, es el Umbral Kümel-Hartman.
PACIENTE: ¡¿Y qué corno es el Umbral Kümel-Hartman?!
ENFERMERO: Se lo pongo de esta manera: cuando usted hace un rato falleció fue como que su conciencia no se dio por aludida y siguió con el envión. ¿Me capta? Por desgracia esto algunas veces pasa. Hasta que su mente se hace a la idea de que está muerto, usted cree que no está muerto. ¿Comprende?
Atónito, el PACIENTE se levanta de la camilla, observa el entorno, observa al ENFERMERO, se observa los brazos, se toca la cara. El ENFERMERO vuelve a mirar la hora.
PACIENTE: ¿Y usted?
ENFERMERO: ¿Yo qué?
PACIENTE: No se haga el idiota, usted, ¿cómo es que me habla?
ENFERMERO: Es exactamente eso lo que yo me pregunto. ¡Por qué les hablo! ¡Quién me manda a mí a hablarles! ¿Sabe qué es esto, señor? Trabajo insalubre. ¿Hasta cuándo uno puede estar teniendo la vela, bancando las quejas, las agresiones de locos que creen no estar muertos? Esto es lo que estamos planteando para la asamblea: o conseguimos turnos rotativos o vamos al paro.
PACIENTE: ¡Espere, espere o va a explotarme la cabeza! No entiendo nada de lo qué está diciendo. Primero, la asamblea esa de la que habla me importa un carajo, usted tiene la obligación de atender las demandas de los pacientes: cumpla con su trabajo y respóndame lo que le pregunto.
El ENFERMERO mira a ambos lados del pasillo, se sienta en la camilla, saca un paquete de cigarrillos, enciende uno.
ENFERMERO: Tengo unos minutos, dele, ¿qué más quiere saber?
PACIENTE: ¿Usted está diciendo que es algo que hace habitualmente? ¿Acostumbra a hablar con los muertos que lleva a la Morgue?
ENFERMERO: Sí.
PACIENTE: O sea que usted habla con los muertos.
ENFERMERO: Sí. Es decir, no con todos.
PACIENTE: ¿Me vio cara de pelotudo?
El ENFERMERO salta de la camilla.
ENFERMERO: Se acabó su tiempo.
PACIENTE: ¡No, discúlpeme! ¡Respóndame, por favor!
ENFERMERO: Hay un porcentaje que no. Quiero decir, no hablan, están en un estado como de confusión. Pero eso es peor, porque tienen una expresión en la cara, lo miran a uno de una forma tan espantosa. ¡Hay que ver lo que es esa mirada! Después, por la noche, no me la puedo sacar de la cabeza.
El PACIENTE mira el paquete de cigarrillos, el ENFERMERO lo percibe y le convida uno. Fuman. Tiempo. De golpe el PACIENTE se pone el cigarrillo en los labios, salta de la camilla y se pone a hacer flexiones.
PACIENTE: Esto, ¿usted cree que puede hacerlo una persona fallecida?
ENFERMERO: ¿Qué hace? Por favor, vuelva a la camilla que me compromete.
El PACIENTE se incorpora, se observa la entrepierna por sobre la bata.
PACIENTE: Hasta creo que estoy teniendo una erección. ¿Qué hora es?
ENFERMERO: Las cinco.
PACIENTE: A esta hora siempre tengo una. ¡Dígame, eh! ¿Qué tiene que ver eso con la muerte?
ENFERMERO: ¡Vuelva a la camilla, señor!
El paciente se sube a la camilla. Circulan. Tiempo
PACIENTE: Hagamos algo, tengo una propuesta.
ENFERMERO: Ya sabía yo. Siempre tienen una propuesta.
PACIENTE: ¿Cuánto tiempo le queda para esa reunión?
ENFERMERO: Quince minutos.
PACIENTE: Dejeme ir hasta la habitación, tengo que hablar con mi hijo y hacer un par de llamados. Puedo pagarle, alzo la billetera y le doy todo el cambio que tenga.
ENFERMERO: No voy a aceptar su dinero, señor y no puedo dejarlo ir.
PACIENTE: Son cinco minutos. Le prometo que vuelvo, acepto lo del Umbral Kümel no se cuanto y me lleva lo más tranquilo a la Morgue. ¡Tenga corazón, necesito hablar con mi hijo!
ENFERMERO: Es que es inútil.
PACIENTE: ¡Por favor!
El ENFERMERO por señas le permite irse, el PACIENTE sale, el ENFERMERO se recuesta en la camilla. Fuma.
ENFERMERO: Estoy harto, ojalá fracase la asamblea, se pare el hospital, salte todo por el aire. Tengo que salirme de esto, no puedo más. Ahí está: puedo ir a trabajar con mi cuñado (saca un celular y llama) Hola amor, ¿qué estás haciendo?… (sonríe)Yo también... Decime una cosa, porqué no llamás a tu hermano y le preguntás si todavía está la propuesta esa para trabajar con él en la óptica. ¿Te acordás que él me había ofrecido?… ¡Mal! Para serte sincero, mal. En un rato nos reunimos, pero no creo que prospere, no tienen personal y yo ya tengo la cabeza quemada… No, hoy no. Estoy bien… Hoy uno solo, pero parece bastante tranquilo. Lo dejé ir porque quiere hablar con el hijo… ¡Es que no puedo, amor, siento que tengo que darles una mano, es pobre gente! ¿Entendés?… ¡No, tranqui, no voy a renunciar! Por eso vos, por favor, hablá con tu hermano. Llamá y preguntale.
Vuelve el PACIENTE furioso.
ENFERMERO: Te llamo en un rato, ahora tengo que hacer, ¿dale? Chau, amor, chau, chau (al PACIENTE) ¿Y?
El PACIENTE no responde.
ENFERMERO: Se lo dije.
PACIENTE: ¡Usted no me hable!
ENFERMERO: Okey, no le hablo.
PACIENTE: ¿Por mera casualidad, usted cree que me trajo a este hospital de mierda sin consultarme, que me internó y ahora viene con esos modos petulantes a vigilarme, por qué? ¿Porque le interesa mi salud?
ENFERMERO: ¿De quién habla?
PACIENTE: ¡De mi hijo! ¡De mi único hijo! Si lo conoceré, lo único que le interesa son sus acciones en la empresa. ¡La frialdad! ¡El tupé para ignorarme como me ignoró!
ENFERMERO: Amigo, escuche…
El ENFERMERO intenta interrumpirlo pero no lo consigue.
PACIENTE: Como si yo lo hubiera maltratado. ¿Cuándo lo presioné, cuándo lo ofendí? ¿Eh?, dígame. Después, como si nada sale al pasillo y se pone a hablar con un médico…
ENFERMERO: Por favor, señor…
PACIENTE: Ahí entonces yo aprovecho para intentar hacer las llamadas. Alcé el teléfono y de golpe se me hizo un blanco en la cabeza, no recordaba nada, ningún número de teléfono, ni el de mi casa. Justo yo que para los números tengo memoria de elefante. Me dije que debía ser el shock por toda esta situación…
ENFERMERO: ¡Escúcheme, por favor! Ni su hijo lo ignora, ni puede llamar por teléfono. Es lo que quería advertirle, su hijo no lo ve, ¿comprende? Usted ya no es.
PACIENTE: ¡Ay basta! ¡Ya me tiene harto usted también! ¡Lléveme y no hable más!
El PACIENTE se sube, el ENFERMERO empuja la camilla.
PACIENTE: ¡Dele, sáquese de encima el estorbo, ese es su espíritu de servicio! ¡Vaya corriendo a esa asamblea de mierda, por lo que va a arreglar! Sépalo: usted parece cualquier cosa menos un trabajador de la salud. ¿Cuánto hace que no se afeita? ¿Se miró las manos? Además, ¿le hacen exámenes sicológicos? ¿Andar hablando con muertos da que pensar, no?
El ENFERMERO empuja la camilla sin responder.
PACIENTE: ¡Un momento!... ¡Pare, le dije!
El ENFERMERO detiene la camilla.
PACIENTE: ¿Usted no estará en combinación con el asqueroso de mi hijo, ¿no? ¿No se habrán complotado para sacarme del medio? Sea sincero. ¿Qué le prometió?
ENFERMERO: ¡No me ofenda!
PACIENTE: ¡Ah, el señor también se ofende!
ENFERMERO: ¡Sí, me ofendo! Usted es un desagradecido. Además, que esté en la situación en la que está no quita que se pueda comer una buena piña.
El PACIENTE salta de la camilla.
PACIENTE: ¿Quiere pelear? Dele, inténtelo. Soy cuarto dan de taekwondo.
Ambos se ponen en guardia, giran, hacen un par de amagues, pero a continuación bajan los brazos.
PACIENTE: Es ridículo.
ENFERMERO: Pienso igual. Además me daría cosa pegarle a un muerto.
PACIENTE: ¡Un muerto...! ¡Muerto, terminado...!
El PACIENTE se quiebra, el ENFERMERO le da palmadas en la espalda.
ENFERMERO: ¡Bueno, tranquilo, hombre, hay que ser fuerte!
PACIENTE: Discúlpeme. Odio hacer este tipo de escenas.
El PACIENTE se sube a la camilla, el enfermero lo empuja, trasponen una puerta y se detienen.
ENFERMERO: Escúcheme, yo llego hasta acá. Ahora lo voy a dejar, después van a venir a acomodarlo. Le aconsejo que se quede recostado y trate se relajarse, le va a ir dando sueño, cada vez más sueño, hasta que en determinado momento…
PACIENTE: ¿El fin?
ENFERMERO: Sí.
PACIENTE: Qué porquería es todo.
ENFERMERO: Sin sentido.
PACIENTE: 
Arbitrario, más que nada. E injusto.
ENFERMERO: Hoy estamos y mañana no estamos más.
PACIENTE: Así de absurdo.
ENFERMERO: Y estúpido.
PACIENTE: Una última cosa: no me dijo cómo sucedió.
ENFERMERO: Ah, disculpe: infarto. Usted estaba en la habitación y fueron a buscarlo para hacerle unas placas, ¿no es cierto? Fue en la sala de rayos. Hicieron lo imposible para volverlo.
PACIENTE: ¿Pero no pudieron?
ENFERMERO: No.
PACIENTE: Bueno, no lo entretengo más.
ENFERMERO: Quiero decirle que me alegro.
PACIENTE: ¿De qué se alegra?
ENFERMERO: De la serenidad con que se lo toma.
PACIENTE: Si quiere me pongo a bailar hip hop.
ENFERMERO: No, por supuesto.
Se miran con incomodidad.
PACIENTE: Bueno…
ENFERMERO: Bueno…
PACIENTE: ¿Cuando se despide de los otros qué hace? Quiero decir, ¿les da la mano? ¿Los abraza?
ENFERMERO: Les doy la mano.
El PACIENTE se incorpora y, muy formal, le tiende la mano.
PACIENTE: Ramiro Funes Cassini, fue un gusto.
ENFERMERO: Quintanal, Amilcar, lo mismo (se aleja unos pasos) Como le dije, recuéstese como si fuera a dormir. Ni se va a dar cuenta.
PACIENTE: Adiós.
ENFERMERO: Adiós.
El ENFERMERO sale. El PACIENTE mira el entorno.
PACIENTE: ¡Qué mugre! ¡Qué desastre es el hospital público, por Dios! Espero que no me tengan en esta ratonera mucho tiempo (se recuesta en la camilla, cierra los ojos) ¿Tendré que hacer lo que dijo este muchacho? Cerrar los ojos, como si fuese a dormir.
Tiempo. De golpe el PACIENTE salta de la camilla, va hasta la puerta.
PACIENTE: ¡ABRAN! ¡EY! ¡ABRAN! ¡SECUESTRO! ¡ME SECUESTRARON! ¡ABRAN!
APAGÓN